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SUFRIMIENTO Y TERAPIA

A lo largo de la historia todas las religiones han enfatizado la realidad del sufrimiento humano y han ofrecido formas de afrontarlo y mitigarlo. Sin embargo, el desarrollo tecnológico y social de nuestra época ha llevado a que mucha gente piense y quiera hacernos creer que el sufrimiento puede ser evitado y erradicado. Esta idea es una falacia. El sufrimiento existe y no siempre podemos evitarlo. En la terapia basada en mindfulness y compasión se acepta esta realidad del sufrimiento.

Se considera que existen dos tipos diferenciados de sufrimiento:

  1. DOLOR PRIMARIO: Es inevitable y consustancial a la naturaleza humana. Se debe aceptar. Este tipo de dolor incluye el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, tanto la propia como la de un ser querido.
  2. SUFRIMIENTO SECUNDARIO: Es posible evitarlo. Nosotros mismos lo generamos por no aceptar el dolor primario. Serían ejemplos de este tipo de sufrimiento: luchar contra la realidad, buscar culpables, anticipar el futuro, etc.

Se considera que el dolor primario constituye un 15% de nuestro sufrimiento total, mientras que el secundario equivaldría al 85% (Campayo y Demarzo, 2015).

La terapia basada en mindfulness y compasión ayuda a disminuir el sufrimiento secundario. Comprender la realidad y universalidad del sufrimiento es clave para desarrollar la compasión, porque la experiencia del sufrimiento es lo que nos iguala a todos los seres humanos. Las personas que niegan el sufrimiento, que no lo aceptan o que hacen cualquier cosa por evitarlo, no pueden desarrollar compasión ni hacia sí mismos ni hacia otros. En cambio, las personas que han sufrido mucho suelen tener más facilidad para desarrollar compasión.

El mindfulness y la terapia de compasión no tienen como objetivo erradicar el sufrimiento, puesto que es imposible. Nos pueden ayudar a disminuir el sufrimiento secundario, pero siempre existirá el dolor primario consustancial a la existencia humana.

Lo que nos permite este tipo de terapia no es erradicar el dolor, sino aprender a aceptarlo, siendo más conscientes de nuestro sufrimiento y del de los demás (Campayo y Demarzo, 2015).

“No nos damos autocompasión para disminuir el sufrimiento, sino porque estamos sufriendo” (Neff y Germer)

La sensibilidad al sufrimiento está basada en la empatía, en comprender lo que pasa en la mente del otro, concepto que en psicología llamamos “mentalización” o “teoría de la mente”. Lo que defina a la compasión es el deseo de aliviar el sufrimiento del otro

Lidia Viana Catalán. Psicóloga sanitaria. Colegiada: 11.402. Especialista en bienestar emocional y relaciones interpersonales.

Bibliografía

  • J. García Campayo y M. Demarzo. 2015. Mindfulness y Compasión: La nueva revolución. Ed. Siglantana.
  • Didonna F. (editor). 2011. Manual clínico de Mindfulness. Ed. Desclée de Brouwer, (2ªedición: 2014).
Escrito por
Lidia Viana
09/09/2020